Ella era mi abogada y al principio sólo me ayudaba a lidiar con los problemas.

Pero poco a poco comencé a esperar con ansias cualquier motivo para verla.

Aunque sea sólo para firmar algo, llegaré una hora antes.

Su sonrisa es superficial, pero hace que la gente se hunda en ella.

Tiene la costumbre de morderse los labios ligeramente antes de llegar al punto.

Ella dijo: “Deberías aprender a confiar en mí”.

Le creí y le entregué mi corazón.

Más tarde, una noche, me envió un mensaje de voz.

Sólo hubo una frase: "Si no fuera tu abogado, ¿sería... más íntimo?"

No le respondí.

Al día siguiente, cuando la conocimos, estaba vestida de manera muy informal, pero muy sexy.

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No respondí a su mensaje de voz, pero la decisión que tomé al día siguiente… cambió nuestras vidas para siempre.

Ella era mi abogada y al principio sólo me ayudaba a lidiar con los problemas.

Pero poco a poco comencé a crear problemas sólo para verla más.

Aunque sea sólo para firmar algo, llegaré una hora antes.

Luego me senté en el auto y practiqué una y otra vez, pensando en cómo iniciar una conversación y hablar más hoy.

Ella siempre llega a tiempo, con una brisa fragante soplando en mi cara.

La sonrisa era superficial, pero era como un anzuelo que tiraba de mis nervios.

Tiene la costumbre de morderse los labios ligeramente antes de llegar al punto.

Intenté no mirarlo, pero ese mordisco siempre hacía que mi corazón latiera más rápido y mi mente se quedara en blanco.

En un momento, ella me miró fijamente mientras yo hacía señas y susurró: “Deberías aprender a confiar en mí”.

Le creí y le entregué mi corazón.

Pero ella no sabe que cada vez que salga de la oficina, me quedaré mirando su silla durante un largo rato.

Luego, tarde esa noche, me envió un mensaje de voz.

Sólo seis palabras: "Si no fuera tu abogado..."

En los siguientes segundos sólo se oía el sonido de su respiración intermitente.

Parecía que estaba esperando mi respuesta, pero también como si me estuviera tomando el pelo a propósito.

No le respondí.

Cuando nos encontramos al día siguiente, ella ya no era tan capaz como antes.

Llevaba un suéter suave y unos vaqueros de cintura alta, su cabello estaba suelto y sus ojos me miraban como si estuvieran electrizados.

Ella fingió ser natural y dijo: "No hablemos del caso hoy, ¿de acuerdo?"

Me acerqué un paso más a ella: "Entonces, ¿de qué vamos a hablar?"

Ella no dijo nada, sólo sonrió.

Luego cerró las persianas de la oficina y cerró la puerta con llave.

Fue entonces cuando lo supe…

No es que no esté tentada, simplemente está esperando que yo haga un movimiento.

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